viernes, 31 de diciembre de 2010

La mediación

La mediación es probablemente la estrategia de resolución de conflictos más utilizadada en los centros educativos, por lo tanto considero que es imprescindible su presencia en este blog. 

Podemos definir la mediación como el proceso con el cual podemos crear un clima de diálogo y entendimiento entre dos partes que entran en conflicto, con el fin de poder llegar a una solución factible y adecuada para ambos. Para ello se recurre a una tercera persona, imparcial y que va guiando a los implicados: el mediador. El mediador, que puede ser el profesor o cualquier otra persona del centro, debe marcarse unos objetivos específicos que pueden ser los siguientes: concienciar a las partes de la naturaleza positiva del conflicto, aprender estrategias para resolverlos, poner en práctica estas estrategias e instaurar una cultura de resolución de conflictos. Se parte de la idea de que el conflicto es transformador y creativo, y aporta resultados muy positivos para todo el grupo.

Basándonos en la propuesta de Burguet (1999, 26), el proceso de mediación se establece tres períodos:

- Reencuentro de los protagonistas: es preciso comunicar y aproximar a las partes, restablecer los canales de comunicación, concretar los objetivos de la mediación y diseñar acuerdos preliminares de procedimiento.

- Descripción de la estructura del conflicto: para ello, será necesario reunir la información necesaria y abordar los problemas fundamentales, describir el conflicto y sus antecedentes e identificar con claridad el problema y su contexto.

- Buscar acuerdos para resolver la cuestión: en esta etapa cobra un gran protagonismo la escucha activa: compartir puntos de vista extremos, esfuerzo por comprender al otro; se deberá: concretar las necesidades, preveer las metas y alternativas hacia la gestión del conflicto, establecer un acuerdo, que se redacte y se firme, así como comprometer a las partes a cumplir lo acordado.

Tal y como opina Burguet (1999, 14), "los alumnos necesitan entender los conflictos, aprender formas alternativas de resolverlos y buscar soluciones que sean satisfactorias para todos. Las frecuentes soluciones, a la que se llega con un perdedor y un ganador, pueden reemplazarse por aquellas en que todos ganen”.

De esta forma, los alumnos aprenden a interpretar el conflicto de forma positiva, como una oportunidad para el cambio y para el entendimiento y sin necesidad de utilizar la violencia o el enfrentamiento. A la vez, les ayudamos a desarrollar una mayor autonomía y una gran confianza en ellos mismos para formarlos en el complejo proceso de "aprender a convivir y a ser persona”.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Procedimientos de intervención ante la violencia en las aulas

Estos son algunos de los procedimientos para mejorar la eficacia educativa de las medidas disciplinarias , para los cuales conviene tener en cuenta que:

  1.-Uno de los  objetivos de la disciplina es enseñar a respetar ciertos límites. Los estudios realizados sobre este tema reflejan que el respeto de dichos límites mejora cuando las normas son claras y coherentes, han sido elaboradas por todos los miembros de la comunidad escolar, incluidos los alumnos, y éstas se aplican a todos según unos principios previamente aceptados.

  2.-La impunidad ante la violencia genera más violencia. La eficacia de dichos límites, y del contrato social en cuyo contexto se establecen, se reduce cuando las transgresiones graves quedan impunes. Conviene tener en cuenta, en este sentido, que la violencia está siempre más allá de los límites permitidos en cualquier contrato social democrático. Y que la impunidad ante la violencia que a veces se produce en la escuela es un grave obstáculo para enseñar a combatir este problema.

  3.-La sanción debe contribuir a diferenciar entre agresores y víctimas, superando distorsiones. Los estudios realizados en contextos muy diversos reflejan que la impunidad ante la violencia hace que ésta genere más violencia debido a que los agresores (y las personas que se identifican con ellos) la interpretan como un apoyo implícito, transmitiendo que aunque en teoría se condena la violencia, en la práctica se aprueba. Esto hace que las víctimas sufran lo que ellas mismas describen como una nueva victimización. Así, la impunidad contribuye a reforzar dos graves distorsiones que potencian la violencia, que llevan, en su forma más extrema, a asociar la conducta del violento con la del héroe, y, con mucha frecuencia, a culpabilizar de dicha violencia a la víctima. En este sentido, una de las funciones de la sanción es establecer con claridad quién es culpable y quién no lo es; enseñando a asumir responsabilidades a quién las tiene y a no sentirse culpable a quién no lo es.

  4.-La disciplina debe favorecer cambios cognitivos, emocionales y conductuales en la dirección de los objetivos educativos y estimulando la capacidad de adopción de perspectivas.  Los estudios realizados sobre las deficiencias psicológicas que caracterizan a los jóvenes violentos reflejan que éstos suelen tener, entre otros, los siguientes problemas: 1) dificultades para comprender las consecuencias que su conducta produce en los demás; 2) distorsiones emocionales que les impiden sentir empatía y les llevan a culpar a la víctima de su propia violencia; 3) y falta de habilidades para afrontar la tensión y resolver los conflictos de forma no violenta. Los procedimientos de disciplina deberían contribuir a superar estos tres tipos de deficiencias, ayudando a que el violento se ponga en el lugar de la víctima, entienda lo destructiva que es la violencia, se arrepienta de haberla utilizado, intente reparar el daño originado y desarrolle alternativas constructivas para no volver a recurrir a ella en el futuro en situaciones similares. La eficacia educativa de la disciplina mejora cuando estos componentes son integrados con coherencia dentro de un proceso global.

  5.-El respeto a los límites mejora cuando se aprenden habilidades no violentas de resolución de conflictos. Para evitar que las  conductas antisociales se repitan conviene analizar siempre qué función han podido cumplir y como desarrollar alternativas tanto en el individuo como en el contexto. Y para conseguirlo, conviene tener en cuenta que los jóvenes violentos suelen tener dificultades para comprender y resolver los conflictos y tensiones que experimentan; como consecuencia de lo cual se comportan de una forma que tiende a obstaculizar no sólo el bienestar de sus víctimas sino también su propio bienestar, porque con su violencia aumentan (por lo menos a medio y largo plazo) las tensiones y conflictos que originaron su conducta violenta. Ayudarles a descubrirlo y enseñarles procedimientos sistemáticos para resolver de forma más inteligente y justa sus tensiones y conflictos puede ser, por tanto, un procedimiento muy eficaz para prevenir la violencia.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Educación basada en la inteligencia emocional aplicada a la resolución de conflictos

Para hacer frente a la multitud de conflictos que se pueden presentar en las aulas, los  docentes  no   pueden alejarse de la realidad que rodea a sus alumnos, deben ser más sensibles, a fin de sentir como ellaos/as, entender sus necesidades y en lo posible suplirlas, no olvidar que son personas que influyen  mucho  en su comportamiento, casi al mismo nivel que sus padres y amigos.

Es necesario que el alumnado sepa llevar a la práctica los saberes más importantes de la educación con la orientación de sus maestros, que son los siguientes:

  • Aprender  a aprender.
  • Aprender a hacer.
  • Aprender a vivir juntos.
  • Aprender a ser.
Muchos de los jóvenes pueden superar los conflictos que impiden un mejor aprendizaje si reciben de sus maestros el afecto que sus  padres o madres no le están dando y que les hace falta, un poco de tiempo  para escucharlos, animarlos, ayudarlos, orientarlos a fin de desarrollar sus habilidades, elevar su autoestima mostrarles calor humano, dándoles animo, diciéndoles cumplidos, creando a su alrededor un ambiente de autoconfianza y respeto, de aceptación a sí mismos y a los demás.

Todos sabemos que el afecto es como el oxigeno en el ser humano, una persona amada responde con amor, éste es la base principal para el desarrollo emocional y espiritual del individuo. Si no se tiene el afecto la persona es insegura, con limitaciones y actitudes negativas, que le llevan a bajar su autoestima y desmotivarse, negándose a aprender.

Es necesario integrarlos y motivarlos para que pongan en  práctica sus capacidades en el arte, la ciencia, la música, el deporte, el aprender otros idiomas y de esta forma estaremos, ampliando sus conocimientos, aportando con soluciones  para que ellos aprendan a aprender, uno de los pilares de la educación de este siglo, lo que supone además aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.

Compartir  y enseñar fortalece la misión docente en la tarea de formar seres humanos comprometidos que no solo sean profesionales sino verdaderos hombres  y mujeres de bien, aprendiendo a hacer lo que les toca, a fin de adquirir  una competencia que lo capacite para hacer frente a la vida y a las  difíciles situaciones que tengan que experimentar  y no solo con calificación  profesional.

Estas necesidades satisfechas le llevarán a aprender a vivir juntos  en sociedad, desarrollando la comprensión del otro, realizando proyectos comunes, preparándose para resolver conflictos, respetando los valores de pluralismo y diversidad. 

Aprender a ser ellos mismos, que  se motiven y se llenen de ganas de vivir, de estudiar, de  ser diferentes, de ser vencedores y no vencidos, esto también nos fortalecerá como verdaderos maestros formadores de vidas y no de sujetos.

Si persiste el criterio de que la prioridad de la educación es  la adquisición de conocimientos, y no la formación del ser íntegramente para que sea capaz de lograr sus metas, desarrollar sus habilidades y destrezas, aportando con sus capacidades intelectuales demostrando ser competitivos, no se puede concebir a la educación de este siglo como un todo.

Partiendo de esta concepción, cada docente está en la obligación de conducir a sus estudiantes hacia la superación de sus conflictos en el aprendizaje, aprovechando en la vida cada oportunidad que se le presente, actualizando, profundizando y ampliando sus saberes para adaptarse a este mundo cambiante.

martes, 14 de diciembre de 2010

Resolución de conflictos en los centros escolares: estrategias y habilidades

“La escuela tradicional consideraba el orden un fin en sí mismo y los problemas de conducta como ofensas personales, desde una visión de las relaciones alumno-profesor impersonales, de desconfianza. El enfoque humanista considera el aprendizaje desde un punto de vista psicológico y sociológico, más que moral, haciendo hincapié en las relaciones personales, el respeto, la democracia o el afecto. Es decir, se trata de enseñar y que aprendan, pero sin provocar aversión hacia el aprendizaje, y de conseguir orden, pero sin provocar odio”.
(Santos Guerra, 236).

Dar clase es una tarea complicada, pero hacerlo a los que no quieren mucho más. Si se encerrara a dos personas en una habitación durante un largo período de tiempo, con el encargo a una de ellas de obligar a la otra a realizar tareas contra su voluntad, el resultado sería una probable rebeldía de la persona obligada. ¿Interpretaríamos dicho plante como fruto del carácter conflictivo de la persona obligada? ¿Tendríamos derecho a etiquetarla como problemática? ¿Dónde está el problema: en la persona obligada, en la que obliga o en la situación? Es evidente el paralelismo de este ejemplo con el escenario que se presenta en los niveles educativos obligatorios, especialmente en edades próximas a la adolescencia, donde la obligatoriedad genera ya de entrada determinadas reacciones en contra, no atribuibles exclusivamente al alumno ni al profesor, sino más bien a la situación a la que uno y otro están expuestos. En esta situación potencialmente conflictiva el conflicto no es algo excepcional, sino más bien la consecuencia natural y lógica, derivada de la propia naturaleza situacional. No obstante, también es cierto que,  partiendo de esta situación, hay profesores capaces de transformar esta situación en una actividad estimulante y atractiva, mientras otros contribuyen a que la sensación de obligatoriedad aumente. Ante esta situación, al profesor no le cabe otra alternativa que adaptarse funcionalmente, aprendiendo a manejar en su propio beneficio una serie de variables  que le permitan crear un clima favorecedor del aprendizaje y la convivencia.

Las soluciones

Aunque el diagnóstico no es complicado de realizar, las dificultades aparecen cuando buscamos el tratamiento a aplicar. La primera dificultad que se presenta es la cantidad de elementos implicados en el proceso educativo y socializador. Un planteamiento integral de la cuestión debería incluir a una serie de agentes supra-escolares como la administración educativa, la administración judicial y policial, Ayuntamientos, entidades culturales y sociales, o servicios de salud física y mental, además de las familias. Sin embargo, sólo tenemos control sobre los procesos que cada centro educativo y cada profesor pueden llevar a cabo, por lo que en este trabajo nos centraremos en ello.

Algunas recomendaciones a tener en cuenta son las siguientes:

§     Contemplar los conflictos como una ocasión de crecer y formarse. En los niveles obligatorios de enseñanza, las tareas escolares siempre provocarán lógicas resistencias en algunos alumnos con escasos intereses académicos. Como en cualquier actividad forzada, la colisión de intereses acaba por provocar conflictos: para los alumnos que no ven interés ni utilidad en las actividades escolares la obligatoriedad de las mismas se les puede hacer insoportable. El esfuerzo del profesor por hacer atractiva y útil la materia puede maquillar el carácter obligatorio del trabajo escolar hasta convertirlo en algo deseable, pero no obstante, es muy probable que siempre quede un reducto de problemas de conducta sin resolver mediante estas estrategias de tipo instruccional. Se hace por lo tanto necesario que el profesor se forme en la adquisición de estrategias para afrontar las diferentes situaciones conflictivas que le van a acompañar, en mayor o menor medida, durante toda su carrera docente. El conflicto puede ser una magnífica oportunidad para resolver de forma creativa y formativa un problema mediante el esfuerzo conjunto del profesor y los alumnos, pues la consecución de una solución satisfactoria genera efectos gratificantes para todos: mejora la satisfacción docente del profesor y ayuda al alumno a crecer en su desarrollo moral y personal.


La escolaridad obligatoria crea situaciones potencialmente conflictivas de modo que los conflictos son algo natural de esta situación. Sin embargo, la dificultad de hallar una solución estriba en la cantidad de elementos implicados en el proceso educativo y socializador. Algunas recomendaciones a tener en cuenta son las siguientes:

§     Contemplar los conflictos como una ocasión de crecer y formarse.

§     Usar la Educación Socio-Emocional (ESE) para evitar/resolver conflictos y aprovechar los conflictos para educar socio-emocionalmente. Casi todos ellos son de índole socio-emocional: faltas de respeto y autocontrol, agresividad, desmotivación, ausencia de límites, son ejemplos de problemas que caen absolutamente dentro de las competencias sociales y emocionales de los alumnos Estas carencias sólo pueden ser subsanadas mediante actuaciones debidamente planificadas desde el centro, que persigan no sólo la resolución de conflictos, sino el fortalecimiento de hábitos sanos de convivencia, transferibles a la vida extra-escolar.

§     Crear un buen clima de clase. El clima de clase es el contexto social inmediato en el que cobran sentido todas las actuaciones de alumnos y profesores

§     Variables del clima de clase. Estas variables no se pueden dejar al azar o la intuición de cada profesor, y se agrupan alrededor de tres grandes áreas de intervención: Control (Establecimiento de límites, Advertencias. Compromisos) Sanciones. Relaciones interpersonales (respeto y empatía); rendimiento (inducción de expectativas, motivación, atención y atención a la diversidad).

§     Actuar por principios. La eficacia de la gestión de la convivencia depende no tanto de qué tipo de estrategias se utilizan, sino de los principios en que se sustentan, de modo que la efectividad no se resiente si se sustituyen unas estrategias por otras basadas en el mismo principio. Los principios fundamentales a seguir, a nuestro juicio, son: Economía, Eficacia, Planificación e Implementación de los procesos. Para que un colectivo aplique eficazmente un procedimiento (en este caso de resolución de conflictos) debe:

1.                  Ser conocido y  comprendido por todos, si fisuras, para lo cual es fundamental una difusión adecuada.

2.                  Ser aceptado por todos, con un compromiso sincero para su aplicación coordinada (persuasión). La utilidad y la simplicidad de los procesos son dos mecanismos poderosos a la hora de convencer.

3.                  Ser valorado y revisado para pulir defectos y realizar ajustes que mejoren su efectividad.

§     Unificación de criterios.

§     Desnudar los problemas: la firmeza relajada. Eliminar los agravantes emocionales para afrontar el conflicto de modo despersonalizado.

§     Adoptar una perspectiva proactiva. La perspectiva proactiva convierte la resolución de un conflicto actual en prevención de un conflicto futuro

§     Usar las medidas punitivas como último recurso.